olvidoHay pueblos de pueblos, lugares donde la historia parece ser un programa de televisión para entretener las tardes de los sábados; y hay pueblos que son ciudades, pero nunca se han dado cuenta de que el mundo está a la vuelta de la esquina; además hay pueblos que sin ser pueblos, piensan y sienten como un pueblo, pero no una de esas agradables villas europeas o costarricenses, sino de esos pueblos del oeste, como los espaguetis italianos de Sergio Leone; y hay pueblos ciegos y sordos que crecen como la mala hierba que no alimenta ni a las vacas y existen pueblos que tienden a repetir sus maneras de vivir y sus habitantes semejan un capricho, mas que un progresivo ejemplo de la evolución social de una región, un tipo racial o una nación.

Cuando veo a los extranjeros caminando por las calles de ese pueblo al lado de algún coterráneo, siento gran alegría porque ese único hecho los hace más universales, más sociales y quizá un poco mejores, ya que el mundo así como demuestra lo insignificante que un hombre puede ser, también te enseña la necesidad de ser abierto, solidario y por ende humano.

Sólo que a veces la necedad y la ignorancia recalan en ese pueblo, el odio y la soberbia vibran con naturalidad y la tempestad de los vocablos llena las calles y casas del pueblo.

Hace unos días en una florida motocicleta y en aquel pueblo, un hombre recién afeitado y con una sonrisa refrescante dio vueltas por el parque central. Luego,   se deleitó caminando por los centros comerciales desafiando a todos con su extrema felicidad y posteriormente compró un granizado de café que disfrutó al lado de un grupo de forasteros que sorbían café negro.

El hombre tenía la osadía de sonreír y caminar a la vista de todos sin saber que llevaba puesto una camiseta negra y en el centro de ella tenía dibujado un círculo rojo con una esvástica negra, el símbolo de los nazis. Sabía ese hombre de su significación, de los contenidos de un símbolo un poco olvidado para muchos, que dicho símbolo es real y cierto, no una ficción de las películas de guerra... el individuo se fue feliz y el pueblo siguió igual.

Lo más probable es que más pronto que tarde la ignorancia lleve a muchos a la destrucción, la estupidez y la pobreza porque desconocen siquiera que son, de dónde vienen y hacia dónde van.

Norman Muñoz Vargas

Ars longa, vita brevis